Había dos enormes jacarandas en el patio de mi niñez. Había un árbol de peragua, tres de mango, diez de níspero, como cuatro de guayaba o de cas. Con los brazos abiertos yo abarcaba apenas un cuadrante del tronco del primer jacaranda. En la niñez todo es enorme, en la madurez más aún. En la niñez porque uno es pequeño, en la madurez porque ni modo, todo es enorme.

martes, 22 de abril de 2014

Disculpe, señor.

              -Alóoo… -una voz pastosa, que pone en evidencia la siesta interrumpida, el almuerzo con varias cervezas.
-Disculpe, señor, lo estamos llamando de SONDECA, ¿podríamos disponer de…?
-¿Alóo?
-Aló, señor, ¿me oye?
-Emm…sí… ¿cómo dijo?
-Lo llamamos de SONDECA… -una voz que trata de aparentar dominio, disimular el agotamiento, ocultar la desesperación.
-¿Son cuántos?
-SONDECA, Sondeos de Centro América, somos una empresa de encuestas de opinión… ¿podríamos disponer de unos minutos de su valioso tiempo?
-¡Valioso, eso sí que está bueno!
-Sería nada más que nos conteste unas preguntitas sobre servicios bancarios…
-Bueno… ¡aaah… aaah!
-¿Puede?
-Sí, perdón, se me vino un boo… bóoos… tezo…. ¡Pregúntame, carnal!
-¿Cómo dijo?
-Que está bien, pregúnteme...perdón, cuando estoy dormido me da por hacerme el gracioso.
-Esta encuesta es para ciudadanos de entre dieciocho y sesenta y cinco años, ¿se encuentra usted en ese rango?
-La doña dice que mi edad mental sigue siendo como de seis o siete… pero sí, muchacha, sí cumplo.
-Su identidad está protegida y todas sus opiniones permanecerán en estricta confidencialidad.
-Qué emocionante.
-Puede abstenerse de contestar cualquiera de las preguntas, simplemente me dice que no sabe o que no quiere responder.
-Tuanis.
-Perfecto, empecemos. ¿Usted el único proveedor de ingresos para el hogar?
-No.
-¿Su esposa trabaja?
-Eso creo; ojalá, porque pasa mucho tiempo afuera.
-¿De cuántos miembros estamos hablando en el núcleo familiar?
-Bueno, aquí lo que se dice hablar… hablamos de todo el mundo. Viera qué familita más chismosa…
-Digo, ¿cuántos miembros conforman el núcleo familiar?
-No, aquí nadie está conforme. Y yo no hablaría de un núcleo, más bien es una diáspora… ¿me explico?
-Si prefiere podemos parar aquí…
-¡Aaah! Disculpe, tengo sueño… ¿usted me daría un chancecito para ir a poner la cafetera?
-No, señor, tendríamos que suspender la encuesta.
-Bueno… ¿por dónde íbamos?
-Yo le pregunté la cantidad de miembros de la familia.
-A ver, cuatro miembros por nuca… nos da dieciséis. Sin contar perros y gatos.
-Señor, yo tengo que completar un mínimo de encuestas durante el día, si usted no lo va a tomar en serio mejor no continuemos…
-¿Hoy sábado tiene que trabajar igual que el resto de la semana?
-Sí, hoy es lo mismo.
-¿Y cuántas encuestas tiene que llenar?
-Eso no interesa ahora, señor… ¿va a responderme?
-Sí, ya… ¡aaah! Somos cuatro, sí, aquí vivimos cuatro seres humanos.
-Por favor señor indíqueme el rango de sus ingresos mensuales, no el de toda la familia, sino el suyo, personal.
-¿Rango?
-Respóndame sí o no, nada más.
-Sí o no.
-¿Menos de doscientos mil colones mensuales?
-No.
-¿De doscientos a trescientos mil?
-No.
-¿De trescientos mil a cuatrocientos mil?
-No.
-¿De cuatrocientos mil a quinientos mil?
-No. Pero vea… ¿por qué no me pregunta la cantidad primero y luego escoge usted el rango? ¡Sería más rápido!
-Así no lo puedo hacer.
-¿Por qué?
-Por la forma de aplicar esta encuesta.
-¿Qué tiene?
-Que así está definida… señor, ¿podemos continuar?
-Hágale, muchacha.
-¿De quinientos mil a setecientos cincuenta mil?
-No.
-¿De setecientos cincuenta mil a un millón?
-No.
-¿De un millón a un millón quinientos mil?
-No.
-¿Más de un millón quinientos mil?
-Sí… uf, me dejaste agotado.
-Ahora, señor, dígame, ¿usted recibe un salario fijo, o tiene varios ingresos?
-No le contés a nadie…
-Por supuesto, señor, tiene garantía de absoluta confidencialidad de toda la información que me suministre.
-Es que no sabés cómo me tienen aquí de controlado.
-Entiendo, señor.
-Tengo varios ingresos, muchacha, ¿cómo te llamás?
-¿Negocio propio?
-Soy ingeniero eléctrico, hago inspecciones, arreglos… ya vos tenés mi número por si ocupás algo.
-¿Y todos sus pagos los recibe en la misma cuenta bancaria?
-Casi todos… ¿pero de verdad no le vas a contar a nadie?
-Que no, estese tranquilo.
-Tengo una cuenta principal, y otras aparte, porque algunos proveedores me piden que las abra, sobre todo cuando son del gobierno, vieras cómo molestan.
-¿Dónde tiene la cuenta con más movimiento?
-En el Nacional.
-¿Y en cuáles otros bancos?
-Scottia…, Bancrex… había una con Interban pero ya no la uso… sí, sólo esas.
-¿Cuáles bancos conoce o de cuáles ha oído hablar?
-Qué te digo, mi vida, un montón.
-Deme una lista, por favor.
-Nacional, Costa Rica, Scottia, Bancrex, Lafisse, Banamex…
-¿Esos serían todos?
-Eh… pues sí, me parece que esos son.
-¿Ha oído hablar del Banco Popular?
-¡Claro, qué bestia, se me olvidó!
-Le voy a ir diciendo nombres de bancos y en una escala del uno al diez, donde uno es poco y diez es mucho, me va a decir si los conoce y sabe del tipo de servicios que ofrecen.
-Oki doki.
-¿Banco Nacional?
-Diez.
-¿Banco de Costa Rica?
-Diez.
-¿Bac?
-Ocho.
-¿Scottia?
-Ponele un siete a todos los otros.
-No puedo hacerlo así.
-Sí, sí, para que salgás rápido de esta vaina. ¿A vos te pagan por encuesta terminada, verdad?
-Pero no lo puedo hacer así, señor.
-Qué paciencia tenés, bella.
-Es mi trabajo, señor.
-Te comprendo.
-¿Conoce el Banco Promérica?
-Siete.
-¿BCT?
-Siete.
-¿Bancrédito?
-Ay sí, mirá, ese es muy viejo, se me había olvidado. ¿Es el que era de Cartago, verdad?
-En una escala de uno a diez, donde uno es poco y diez es….
-Sí, sí, ya te entendí, digamos que un nueve.
-¿Cathay?
-Ya no te voy a responder más, si no me decís cómo te llamás.
-No tengo autorización para eso, señor. En una escala…
-Sí, del uno al diez, ¿el Cathay?
-Sí, ese.
-Siete. Ya te dije que los marcaras todos con siete. ¿Siempre sos tan difícil de convencer?
-Ahora, señor, con respecto al banco donde usted tiene más operaciones, necesito que me indique los productos y servicios que tiene contratados, para cada uno respóndame por favor sí o no.
-¿El Nacional?
-Sí, ese. ¿Tiene cuenta corriente?
-Sí.
-¿Créditos hipotecarios?
-No, con ese banco no.
-¿Créditos prendarios?
-Sí, el carro de la güila. Ella quedó de irlo pagando, pero siempre se me atrasa…
-¿Fondo de pensiones?
-Sí.
-¿Tarjeta de crédito?
-Sí.
-¿Depósitos a plazo?
-Poquillos.
-¿Sí o no?
-Sí.
-¿Servicios de fideicomiso?
-Qué rápido leés, ¿cómo hacés?
-La práctica, con el tiempo…
-Me encanta tu voz, pero me imagino que ya en confianza hablás más despacio.
-No me distraiga si es tan amable… tenemos que terminar. Ahora por favor, en una escala del uno al diez, donde el uno…
-¡El uno es poco y el diez es mucho! ¡Ya me lo aprendí!
-De veras, trate por lo que más quiera de no interrumpirme. En la siguiente pregunta uno significa muy malo y diez significa muy bueno.
-Ah, ok, la cosa cambea.
-El Banco Nacional, en cuanto a la atención en cajas, ¿del uno al diez?
-Ocho.
-¿Y el Banco de Costa Rica?
-No sé, nunca voy a ése.
-El Banco Nacional, ¿respecto a la plataforma de servicios?
-Seis, muy lento…
-¿Y el Banco de Costa Rica?
-No sé, ya te dije, nunca voy ahí.
-Banco Nacional, ¿cajeros automáticos?
-Seis… cinco… qué va, siempre están fuera de funcionamiento.
-¿Y el de Costa Rica?
-Ah, ¿ves?, ¡esos me sacan de un apuro! ¿Pero no es cierto que a uno le clavan un recargo?
-No dispongo de esa información, señor. Del uno al diez, ¿cajeros del Banco de Costa Rica?
-Ocho.
-Nacional, ¿transacciones en dólares?
-Ocho, o mejor siete. Joden mucho, cobran cosas que no deberían cobrar.
-¿Por ejemplo?
-Si uno quiere comprar los dólares directamente en la caja lo aprietan con una comisión, pero si uno primero va al cajero automático y lleva el pisto entonces no… ¡es una rareza!
-Sí, tiene razón. ¿Y en el Costa Rica?
-¡Ay guapa, haceme caso, apuntá que no sé nada de ese banco!
-¡No puedo, en serio, a mí me están controlando, hay un jefe de piso que cuando menos lo espero pasa y me observa!
-No seás así, tan rígida…
-Mire, ya hemos avanzado mucho y yo perdería todo mi tiempo si no logro completar esta encuesta. ¿Me entiende? ¿Puede hacerme el favor de no atrasarme más?
-Sí, perdón, ya no te molesto más.
-Nacional, ¿servicios de parqueo?
-Siete.
-¿Y en el Costa Rica?
-No sé.
-Nacional, ¿orden en las filas?
-Siete.
-¿Y en el Costa Rica?
-No sé.
-Nacional, ¿dificultad para ingresar?
-Siete.
-¿Y en el Costa Rica?
-¿Te están vigilando ahora mismo, ya, decime, en este preciso instante?
-¡No me vuelva a preguntar cosas que no sean de la encuesta!
-Decime, sí, decime sólo eso…
-No, en este momento no me están vigilando.
-¿Cómo te llamás, guapa?
-¿Por qué me dice guapa, por qué tiene que hacerlo? ¿Tiene una remota idea de lo que esto significa para mí, del esfuerzo tan terrible que hago para soportarlo a usted?
-No lo tomés a mal…
-¡Mire: yo tengo hijos y debo ver por ellos sola, porque mi esposo está enfermo! ¡Y usted no tiene por qué estarme haciendo pasar por esta situación! ¡Ahorita va a venir el inspector a regañarme… todas las conversaciones quedan grabadas, luego hacen un muestreo, y si se dan cuenta de que me puse a hablar de asuntos personales me pueden echar del trabajo!
-Ya, ya, pero ya… ¡no te sulfurés ni te alarmés tanto, date un respiro!
-Discúlpeme, estoy muy estresada, por favor sigamos…
-¿Qué tiene tu esposo?
-Eh… es alcohólico, problemas de drogas. Ahorita mismo no sé dónde puede estar.
-¿Y tus hijos?
-Están en la casa de mi mamá. ¡Ya, por favor, sigamos!
-Sí, guapa, pero si me decís tu nombre.
-Ay… Selena. ¿Satisfecho?
-Selena, qué lindo. Selena suena sensual. Mucho gusto, Sele.
-A ver, por dónde íbamos… Nacional, ¿facilidad de acceso al portal de Internet?
-Ocho.
-¿Y el Costa Rica?
-No sé.
-Nacional, ¿usabilidad del portal de Internet?
-Ocho.
-¿Y el Costa Rica?
-No sé.
-Nacional, ¿pago de servicios por Internet?
-Ocho.
-¿Y el Costa Rica?
-No sé.
-Nacional, ¿transferencias vía SINPE hacia otros bancos?
-Ocho.
-¿Y el Costa Rica?
-No sé.
-Nacional, ¿estados de cuenta al día?
-Ocho.
-¿Y el Costa Rica?
-¿Verdad que vos sí sabés mi nombre?
-No, no tengo forma.
-Pero marcaste mi número…
-No, no lo marqué yo, eso lo hace el sistema automáticamente.
-¿Y qué te muestra en la pantalla?
-Otro nombre, de mujer.
-Ah sí, el número de la casa está a nombre de la jefa.
-Sigamos… yo sé que esto es agotador. ¡Yo no entiendo por qué hacen estas encuestas tan largas!
-¿Cuánto falta?
-La parte de mercadeo…
-Cristián, a tus órdenes, qué lindo conocerte, Selenita, aunque sea de esta forma tan extraña.
-¡Por favor!
-¿Vos tenés idea de cómo me siento?
-Yo sólo sé que tengo que terminar esta encuesta y tres más para cubrir la cuota del día, que me estoy muriendo de hambre, que le dije a mi mamá que iba a llegar temprano…
-Y yo sólo sé que me siento muy solo, tal vez te suene exagerado pero mi vida es una verdadera mierda, vos no tenés idea de dónde está tu esposo y yo no sé qué diablos salió a hacer mi mujer un sábado en la tarde, inventó que iba de compras y eso fue hace varias horas, con sólo decirte que tuve que almorzar sólo, tomarme todas las cervezas de la familia…
-¿Usa regularmente el correo electrónico?
-Sí.
-De ahora en adelante respóndame sí o no.
-Sí o no.
-¿De cero a una vez diarias?
-No.
-¿De dos a tres veces diarias?
-No.
-¿De cuatro a diez veces diarias?
-No voy a contestar más, marcá esa maldita encuesta como te dé la gana y deciles a tus jefes que ya la terminaste.
-¡No puedo hacerlo, si luego revisan mi grabación pierdo mi trabajo y hasta me pueden demandar por falsear los datos!
-Dame tu número de celular.
-¿Cómo dice?
-Que me des tu número de celular.
-¡No, jamás!
-¿Por qué?
-¡Porque no! ¡Esto queda grabado… y no!
-¿Tenés un papel donde anotar?
-¿Qué cosa?
-Mi celular, es el ocho ocho…
-¡Ay, que no insista!
-¡Sólo apuntalo!
-¡Que no! ¿Para qué?
-Me llamás un día de estos, nos podemos ver y quizá simplemente te regale una rosa. Ay qué suerte, qué suerte…
-¿Recibe propaganda por correo electrónico?
-No, la tengo bloqueada
-¿Ve propaganda por televisión?
-Veo poca tele, pero no me queda más tren que ver los anuncios.
-En una escala del uno al diez, donde el uno es malo y el diez es bueno, ¿qué le parece la propaganda del Banco Nacional?
-Ocho.
-¿Y del Costa Rica?
-Ocho.
-¿Ve propaganda por el periódico La Nación?
-Ya, anotá ocho y ocho.
-OK, ¿recibe alguna otra propaganda por Internet?
-Ocho y ocho, ¿ya tenés cómo anotar mi número de celular?
-Ya no me insista más, Cristián, usted me cae bien, de hecho me hacen mucha gracia sus bromas, pero no insista…
-¿Y por qué?
-Usted es un hombre casado, yo también…
-¿Vos también sos un hombre casado?
-Lo único que pasa es que está aburrido y mi llamada le cayó muy bien para entretenerse en algo, mientras vuelve su mujer.
-¡Si es que vuelve!
-Ya no puedo conversar más –la voz de ella se vuelve un susurro apenas audible.
-¿Por qué?
-Esto queda grabado…
-Llamame, y nos vemos, sería genial. Vos estás guapísima.
-¡No me conoce!
-Por el tono de tu voz yo sé que tenés unas piernas muy lindas.
-¡No moleste! ¿Cómo puede relacionar una cosa con la otra?
-Y hoy andás de pantalón negro, tal vez es un leggins, pero de eso no puedo estar seguro.
-¡Qué hombre!
-Y a lo mejor ya no tenés la cinturita de antes, cuando no habían nacido tus hijos, ¿verdad que son una parejita?, pero seguís siendo una mujer preciosa. A mí me gustan más así como estás vos ahora.
-¡Sólo faltan unas cuantas preguntas! ¡Terminemos!
-Pero si me prometés que después me vas a dejar que te dé mi número y que después me vas a llamar.
-Cristián, usted es casado…
-¡Sólo un poquito! ¿Verdad que tenés muy sensible el cuello, aquí, sobre todo, debajo de las orejas?
-¡Son sólo cinco o seis preguntas más! A ver, dígame, en una escala del uno al diez, donde el uno quiere decir…
-Sele…
-¿Aló? –una voz de hombre irrumpe en la conversación.
-¿Aló, sí?
-Disculpe señor, habla con un supervisor de sondeos de opinión.
-¿Con quién tengo el gusto?
-Soy supervisor, como le digo –melifluo, impostado, una mona que no quiere quedarse mona.
-¿Y Selenita?
-La aplicación de la encuesta por parte de ella excedió el tiempo previsto y el sistema me transfirió el caso a mí.
-¿Cómo dice? ¡En serio!
-Sí, eso sucede automáticamente.
-¡Qué sofís!
-Señor, aparentemente ustedes se entretuvieron en asuntos personales.
-No, sólo tangencialmente…
-Yo voy a terminar el sondeo, ya nos falta muy poquito. Por favor, respóndame sí o no.
-Sí o no.
-No, señor, respóndame sí o no a las siguientes preguntas.
-Okis.
-¿Tiene conocimiento fácil de las tasas crediticias prendarias del Banco Nacional?
-No.
-¿Y del Banco de Costa Rica?
-No.
-¿Tiene conocimiento fácil de las tasas para depósitos a plazo del Banco Nacional?
-¿Y qué le van a hacer a Selenita?
-La encuestadora será evaluada, es práctica habitual en la empresa.
-No la caguen, digo, no la castiguen muy feo, la culpa del atraso es sólo mía.
-Sí, pero es responsabilidad de ella manejar la entrevista para que eso no suceda.
-¿Usted la conoce?
-¿A la encuestadora?
-Sí, claro, a ella.
-Pues sí, es una empleada de ingreso reciente.
-¿Y cómo está, muy guapa?
-Señor, finalicemos el sondeo, y no me haga por favor más preguntas de ese tipo.
-Pero sólo si me prometés que no le van a hacer nada a ella.
-Yo no le puedo prometer eso, no depende de mí.
-¿Pero vos no sos el supervisor?
-Sí, pero ese tipo de decisiones no las tomo yo.
-¿Quién las toma? Mirá, yo ya mismo me voy para allá a declarar. Es en serio; que me pregunten lo que quieran para que se demuestre que no fue culpa de Selenita.
-No haría falta eso, señor.
-Cristián, Cristián Aguado a tus órdenes.
-¿Aguado?
-¡No, te estoy vacilando! Aguilar. Pero sí soy medio aguado… ¡pobre Sele!
-No se preocupe más por ella, en la empresa no somos injustos.
-¿Y vos cómo te llamás?
-No interesa ahora, señor.
-Decime, hombre, ya yo te dije el mío.
-Lo que único que tenemos que hacer es terminar de encuestarlo a usted.
-¡Pero no importa!
-¿Qué cosa?
-¡Que me des tu nombre! ¡Ni que fueras el Papa! No, el Papa sí le dice el nombre a todo el mundo. Chico. Don Chico primero.
-Drúmer.
-¿Drúmer?
-Drúmer Castillón, señor.
-¿Con hache?
-¿Perdón?
-¿Cómo lo escribís?
-¡Señor, por favor, sigamos!
-Ya, sí, sí, está bien; nada más decime cómo lo escribís.
-Así como suena. De, ere, u, eme, e, ere.
-¿Tildado?
-Una maestra de la escuela me dijo que lo tildara, pero la otra me dijo que no.
-¿Cómo fue ese enredo?
-Mi papá trabajaba cuidando una finca, allá en Guácimo, pero se fue para Viento Fresco de Medio Queso.
-¿Cómo decís?
-No, nada, don Cristián, si lo que usted tiene es ganas de hablar tonteras…
-¿En  serio te llamás Drúmer?
-Sí, es en serio.
-Entonces te fuiste de un pueblo para otro y la nueva maestra cambió de opinión respecto a la tilde, ¿es así?
-Sí, justamente.
-Vos no parecés tan estresado como Selenita.
-Sólo estoy esperando que a usted me dé la oportunidad de…
-Ah, pues te vas a quedar esperando, muchacho, porque vieras qué ganas de hablar paja que me han dado…
-Si el formulario no se completa eso será una marca negativa para la encuestadora, don Cristián.
-¿A todo el mundo lo tratás con don?
-Ay… ¡no me haga reír, terminemos!
-Dale, terminemos, Drúmer Castillo.
-Castillón.
-Castillón, sí. Vos tenés nombre de futbolista.
-En una escala del uno al diez, donde uno es malo…
-Y diez es excelente… ¡ya me lo sé de memoria!
-Sí, así exactamente, ¿cómo calificaría el trato del personal en el Banco Nacional?
-Nueve
-¿Y en el Costa Rica?
-No sé.
-¿La vestimenta del personal en el Banco Nacional?
-Eso depende de la percha, hay cada muñeca que uno ve… ¡y cada trasto!
-De uno a diez…
-Nueve, ocho y tres cuartos, digamos.
-¿Y en el Costa Rica?
-No sé.
-¿El diseño y cuido de las oficinas, en el Banco Nacional?
-Ocho.
-¿Y en el Costa Rica?
-No sé.
-Ya vamos terminando… don Cristián.
-¿Ahora sigue que me preguntés por la marca de papel higiénico?
-No, don Cristián.
-¿Verdad que hay un futbolista que se llama parecido a vos, Drúmer, algo así?
-No sé, don Cristián.
-¡Ah, no! ¡Es Drumond! ¡Jervis Drumond! ¿O ese ya no juega?
-No sé, don Cristián.
-¿Vos no vas al estadio?
-Muy poco. Ahora, respecto a facilidades para acceso de minusválidos, ¿en el Banco Nacional, qué opinión tiene?
-Yo antes iba más, siempre fui manudo. ¿No te parece que la barra de La Doce es un asco? ¡Deberían meterles diez años de cárcel a todos!
-Sí, tiene razón. ¿En una escala del uno al diez, donde el uno…?
-¿Facilidades para minusválidos?
-Sí, sí, don Cristián.
-Ocho.
-¿Y en el Costa Rica?
-No sé.
-En relación a la contaminación sónica que producen los sistemas de llamado a clientes, ¿en el Banco Nacional?
-¿Cómo, cómo?
-Son esos sistemas automáticos, que van llamando por número y letra.
-Ah, siete.
-¿Y en el Costa Rica?
-No sé.
-Y respecto al sistema propiamente dicho de entrega de tiquetes, ¿en el Banco Nacional?
-¿Esta mierda es infinita, o sólo es idea mía?
-Ya faltan sólo tres preguntas, don Cristián, luego algunos datos personales y ya estaríamos.
-Pues ya no te voy a contestar una sola babosada más.
-¡Por favor, don Cristián!
-¡Ningún favor! ¡Me tenés exasperado! ¡He perdido toda la tarde en esta majadería! ¡Yo estaba haciendo mi siesta! ¿Es que ya no tengo el derecho a hace una hijueputa siesta en paz, un sábado por la tarde, después de tener que tomarme todas las birras de la choza porque aquí no quedó nadie?
-Don Cristián…
-¡Todo el mundo se abrió, remó, picó la mula, me dejaron olvidado como si yo fuera un maletín! ¿Has visto, baterista, esos maletines que dejan abandonados en los aeropuertos, en las estaciones de trenes o incluso en los basureros? ¡Son maletines que a veces tienen dinero, pero que otras veces tienen armas o explosivos!
-Ya, don Cristián, tranquilícese.
-¡Ni un maldito café me dieron chance de que fuera a hacerme!
-Ahorita va a poder ir a hacérselo.
-¡Yo le pedí permiso a Selenita para ir a poner la cafetera, fue lo primero que le pedí!
-Sí, yo lo entiendo.
-¿Y ella no está por ahí?
-Está en su puesto de trabajo, don Cristián.
-Si yo te doy mi número de celular y vos lo anotás en un papelito, ¿serías tan amable de pasárselo?
-No puedo hacer eso…
-O entonces andá un momento y le preguntás el suyo.
-Tampoco puedo, don Cristián.
-¿Y no lo tenés anotado en tu celular? ¡Fijate a ver!
-No, don Cristián.
-Sí, vos sos como pellizcar un vidrio.
-¿Perdón?
-No agarra uno nada…
-¡Sólo faltan tres preguntitas, don Cristián!
-¡Ni mierda! ¿Me entendés? ¡Ni mierda! ¡Si no querés que se malogre el registro, llená vos lo que falte de esa carambada!
-Bueno, don Cristián, pero necesito algunos datos personales suyos.
-¿Como qué?
-La ubicación por provincia, cantón y distrito, don Cristián… otras cosas, son pocas…
-Sólo si me prometés que me vas a conseguir el número de Selenita.
-Está bien, don Cristián, le prometo hacer lo posible.
-Una divorciadita, jovencilla, ¡sea tan güevón!
-Bueno, don Cristián, ¿provincia?
-Chepe.
-¿Cantón?
-Cantón, cantón… Alajuelita, tú eres mi cantón.
-¿Alajuelita?
-Digamos…
-¿Alajuelita?
-No, Escazú.
-¿Escazú, entonces?
-Bueno, es que esto por aquí es un montón de potreros… algunos son de Alajuelita y otros de Escazú…
-¿Y el distrito?
-No sé… y no es ganas de joderte, pero no me acuerdo.
-¿No tiene idea?
-Buscate uno que te sirva.
-Y ya para terminar, don Cristián, ¿desea usted recibir notificaciones de SONDECA?
-¿Qué dijiste?
-Que si me da su correo electrónico le estaremos enviando notificaciones de nuestras actividades…
-Carepicha arroba andatealcarajo puntocom.
-Yo de veras lo siento, don Cristián, que usted se nos haiga molestado.
-¿Siente mucho que no haiga diferiencia?
-No le entiendo.
-No importa.
-Nuestros sondeos están orientados, don Cristián, a que ustedes los usuarios luego disfruten de un mejor servicio…
-Ya, ya, ya…
-Disculpe, señor –una nueva voz de mujer.
-¿Selenita? ¡Selenita!
-No, señor, no soy Selena.
-¡Ah…! ¡La confundí! ¿Con quién tengo el placer y el honor?
-Soy la gerente general.
-¡Caramba!
-Lo que pasa, señor, es que la duración de esta llamada ha sobrepasado demasiado los parámetros previstos…
-¿Demasiado?
-Sí, demasiado, casi el triple.
            -Es que esos chiquitos suyos son muy conversones, madame.
-¿Ha recibido usted maltrato por parte de ellos?
-No, no, para nada… Selenita es un encanto, el baterista en cambio me pareció un poco cuilmas. ¡Pero no, cómo se le ocurre!
-¿El baterista?
-Bateador.
-¿Bateador?
-No… el baterista. El drúmer.
-¡Ah, sí… Drúmer! ¡Ese muchacho tiene un nombre muy particular!
-¿Y vos cómo te llamás?
-Karen, mucho gusto.
-¿Y sos la supervisora del baterista?
-Yo tengo a cargo todo el proceso de aplicación de sondeos en línea.
-¿Y él?
-¿Quién?
-El baterista, mi amor.
-Él supervisa la línea de producción de un instrumento.
-¿La batería?
-A usted le gusta mucho bromear…
-Es que hoy me tomé todas las birras de la familia.
-Él aplica un instrumento, nada más, controla la línea de producción.
-¿Ve? ¡Usted es la que me confunde con eso de los instrumentos!
-Instrumento se le dice al formulario con el que se lleva a cabo un sondeo específico, como este de opinión sobre servicios bancarios.
-Ya caigo, de espaldas en mi camita.
-Bueno, señor, yo sólo quería decirle que si esto ha representado una molestia para su persona, que por favor no crea que nuestra intención era disturbarle su descanso de fin de semana…
-Disturbar, qué lindo verbo, hace rato no lo oía.
-Muy amable, señor.
-Cristián.
-Sí, Cristián.
-¿Y usted, Karen, tiene que controlarlo todo, absolutamente todo?
-Sí, tengo al cargo la administración operativa del call center.
-¿Es la mera manager?
-Sí, la mera manager…
-La mera mera… me encanta su voz, Karen.
-Mire, don Cristián, no crea que conmigo va a lograr lo mismo…
-¿Cómo, lo mismo?
-Sí, embrollar la conversación, divertirse a costas mías. Yo sólo estoy cumpliendo con mi obligación de presentarle las excusas del caso, ante una eventual indisposición que hubiese podido ocasionarle nuestra llamada.
-No, no, mi vida, para nada… ¡ha sido un placer conocerlos! Y a vos, en especial, yo sé que no estás ahora de humor, pero nada más dejame decirte que…
-No hace falta esto, Cristián.
-… hace muchos años no oía una voz tan linda, me encanta que tengás ese don de mando, y ya me imagino…
-No se imagine nada…
-… qué porte debés tener, Karencita.
-Pues si es tanta la curiosidad, puede verme en Facebook.
-¡En serio!
-Karen Alvarenga Estrada
-¿Arburola?
-No, Alvarenga.
-Sí, más bonito Alvarenga.
-Ya, por favor colguemos, Cristián.
-Sí, qué pena, la cuenta les va a venir altísima…
-Hasta luego, ha sido un gusto.
-El gusto ha sido mío, Karencita, de inmediato me voy a poner en contacto con vos, tal vez podríamos salir algún día a tomarnos algo…
-No creo, pero estamos a sus órdenes.
-¿Verdad que vos tenés el pelo largo, teñido de castaño claro?
-Hasta luego, Cristián, ¡no se las dé de adivino!
-Decime que no atiné, preciosa…
-Pues sí… ¡pero es una casualidad!
-¿Ojos verdes?
-¡Sí! ¿Cómo lo supo?
-¿Te hacen juego con la ropa que andás hoy, muñeca?
-¿Cristián, estás arriba? –otra voz de mujer, que se oye muy cercana.
-¿Aló?
-¿Estás en el cuarto, Cristián?
-¿Gorda?
-Estoy aquí abajo... en la sala.
-¡Gorda! ¿Cuándo llegaste?
-¡Ay ya, no me digás gorda! ¡Lo detesto!
-Es por cariño…
-Hace rato vine y ni te diste cuenta.
-¿De verdad?
-Ni escuchaste el portón de la cochera, de tan entretenido que estás. ¿Con quién hablabas?
-No… con nadie.
-¿Karencita?
-¿Levantaste el teléfono y te pusiste a oír, Gorda?
-Sí, Cristián…
-¿Y por qué? ¿Cómo te atrevés?
-¡Te llamé mil veces, toda la tarde salió ocupado! ¡Dejaste el celular apagado y bloqueaste el teléfono fijo!
-No…
-A mí se me recalentó el carro porque se salió el agua del radiador, no había manera de conseguir una grúa… ¡Necesitaba tu ayuda y al llegar a la casa te encuentro hablando como una cotorra, coqueteándole a una estúpida! ¿Quién es, Cristián? ¿Quién es? ¡Ya voy para arriba, Cristián, me tenés que dar una explicación!