-Alóoo… -una
voz pastosa, que pone en evidencia la siesta interrumpida, el almuerzo con varias
cervezas.
-Disculpe,
señor, lo estamos llamando de SONDECA, ¿podríamos disponer de…?
-¿Alóo?
-Aló, señor,
¿me oye?
-Emm…sí… ¿cómo
dijo?
-Lo llamamos
de SONDECA… -una voz que trata de aparentar dominio, disimular el agotamiento, ocultar
la desesperación.
-¿Son cuántos?
-SONDECA,
Sondeos de Centro América, somos una empresa de encuestas de opinión…
¿podríamos disponer de unos minutos de su valioso tiempo?
-¡Valioso, eso
sí que está bueno!
-Sería nada
más que nos conteste unas preguntitas sobre servicios bancarios…
-Bueno… ¡aaah…
aaah!
-¿Puede?
-Sí, perdón,
se me vino un boo… bóoos… tezo…. ¡Pregúntame, carnal!
-¿Cómo dijo?
-Que está
bien, pregúnteme...perdón, cuando estoy dormido me da por hacerme el gracioso.
-Esta encuesta
es para ciudadanos de entre dieciocho y sesenta y cinco años, ¿se encuentra
usted en ese rango?
-La doña dice
que mi edad mental sigue siendo como de seis o siete… pero sí, muchacha, sí
cumplo.
-Su identidad
está protegida y todas sus opiniones permanecerán en estricta confidencialidad.
-Qué
emocionante.
-Puede
abstenerse de contestar cualquiera de las preguntas, simplemente me dice que no
sabe o que no quiere responder.
-Tuanis.
-Perfecto,
empecemos. ¿Usted el único proveedor de ingresos para el hogar?
-No.
-¿Su esposa
trabaja?
-Eso creo;
ojalá, porque pasa mucho tiempo afuera.
-¿De cuántos
miembros estamos hablando en el núcleo familiar?
-Bueno, aquí
lo que se dice hablar… hablamos de todo el mundo. Viera qué familita más
chismosa…
-Digo,
¿cuántos miembros conforman el núcleo familiar?
-No, aquí
nadie está conforme. Y yo no hablaría de un núcleo, más bien es una diáspora…
¿me explico?
-Si prefiere
podemos parar aquí…
-¡Aaah!
Disculpe, tengo sueño… ¿usted me daría un chancecito para ir a poner la
cafetera?
-No, señor,
tendríamos que suspender la encuesta.
-Bueno… ¿por
dónde íbamos?
-Yo le
pregunté la cantidad de miembros de la familia.
-A ver, cuatro
miembros por nuca… nos da dieciséis. Sin contar perros y gatos.
-Señor, yo
tengo que completar un mínimo de encuestas durante el día, si usted no lo va a
tomar en serio mejor no continuemos…
-¿Hoy sábado
tiene que trabajar igual que el resto de la semana?
-Sí, hoy es lo
mismo.
-¿Y cuántas
encuestas tiene que llenar?
-Eso no
interesa ahora, señor… ¿va a responderme?
-Sí, ya… ¡aaah!
Somos cuatro, sí, aquí vivimos cuatro seres humanos.
-Por favor
señor indíqueme el rango de sus ingresos mensuales, no el de toda la familia,
sino el suyo, personal.
-¿Rango?
-Respóndame sí
o no, nada más.
-Sí o no.
-¿Menos de
doscientos mil colones mensuales?
-No.
-¿De
doscientos a trescientos mil?
-No.
-¿De
trescientos mil a cuatrocientos mil?
-No.
-¿De
cuatrocientos mil a quinientos mil?
-No. Pero vea…
¿por qué no me pregunta la cantidad primero y luego escoge usted el rango?
¡Sería más rápido!
-Así no lo
puedo hacer.
-¿Por qué?
-Por la forma
de aplicar esta encuesta.
-¿Qué tiene?
-Que así está
definida… señor, ¿podemos continuar?
-Hágale,
muchacha.
-¿De
quinientos mil a setecientos cincuenta mil?
-No.
-¿De
setecientos cincuenta mil a un millón?
-No.
-¿De un millón
a un millón quinientos mil?
-No.
-¿Más de un
millón quinientos mil?
-Sí… uf, me
dejaste agotado.
-Ahora, señor,
dígame, ¿usted recibe un salario fijo, o tiene varios ingresos?
-No le contés
a nadie…
-Por supuesto,
señor, tiene garantía de absoluta confidencialidad de toda la información que
me suministre.
-Es que no sabés
cómo me tienen aquí de controlado.
-Entiendo,
señor.
-Tengo varios
ingresos, muchacha, ¿cómo te llamás?
-¿Negocio
propio?
-Soy ingeniero
eléctrico, hago inspecciones, arreglos… ya vos tenés mi número por si ocupás
algo.
-¿Y todos sus
pagos los recibe en la misma cuenta bancaria?
-Casi todos…
¿pero de verdad no le vas a contar a nadie?
-Que no,
estese tranquilo.
-Tengo una
cuenta principal, y otras aparte, porque algunos proveedores me piden que las
abra, sobre todo cuando son del gobierno, vieras cómo molestan.
-¿Dónde tiene
la cuenta con más movimiento?
-En el
Nacional.
-¿Y en cuáles
otros bancos?
-Scottia…,
Bancrex… había una con Interban pero ya no la uso… sí, sólo esas.
-¿Cuáles
bancos conoce o de cuáles ha oído hablar?
-Qué te digo,
mi vida, un montón.
-Deme una
lista, por favor.
-Nacional,
Costa Rica, Scottia, Bancrex, Lafisse, Banamex…
-¿Esos serían
todos?
-Eh… pues sí,
me parece que esos son.
-¿Ha oído
hablar del Banco Popular?
-¡Claro, qué
bestia, se me olvidó!
-Le voy a ir
diciendo nombres de bancos y en una escala del uno al diez, donde uno es poco y
diez es mucho, me va a decir si los conoce y sabe del tipo de servicios que
ofrecen.
-Oki doki.
-¿Banco Nacional?
-Diez.
-¿Banco de Costa
Rica?
-Diez.
-¿Bac?
-Ocho.
-¿Scottia?
-Ponele un
siete a todos los otros.
-No puedo
hacerlo así.
-Sí, sí, para
que salgás rápido de esta vaina. ¿A vos te pagan por encuesta terminada,
verdad?
-Pero no lo
puedo hacer así, señor.
-Qué paciencia
tenés, bella.
-Es mi
trabajo, señor.
-Te comprendo.
-¿Conoce el Banco
Promérica?
-Siete.
-¿BCT?
-Siete.
-¿Bancrédito?
-Ay sí, mirá,
ese es muy viejo, se me había olvidado. ¿Es el que era de Cartago, verdad?
-En una escala
de uno a diez, donde uno es poco y diez es….
-Sí, sí, ya te
entendí, digamos que un nueve.
-¿Cathay?
-Ya no te voy
a responder más, si no me decís cómo te llamás.
-No tengo
autorización para eso, señor. En una escala…
-Sí, del uno
al diez, ¿el Cathay?
-Sí, ese.
-Siete. Ya te
dije que los marcaras todos con siete. ¿Siempre sos tan difícil de convencer?
-Ahora, señor,
con respecto al banco donde usted tiene más operaciones, necesito que me
indique los productos y servicios que tiene contratados, para cada uno
respóndame por favor sí o no.
-¿El Nacional?
-Sí, ese.
¿Tiene cuenta corriente?
-Sí.
-¿Créditos
hipotecarios?
-No, con ese
banco no.
-¿Créditos
prendarios?
-Sí, el carro
de la güila. Ella quedó de irlo pagando, pero siempre se me atrasa…
-¿Fondo de
pensiones?
-Sí.
-¿Tarjeta de
crédito?
-Sí.
-¿Depósitos a
plazo?
-Poquillos.
-¿Sí o no?
-Sí.
-¿Servicios de
fideicomiso?
-Qué rápido
leés, ¿cómo hacés?
-La práctica,
con el tiempo…
-Me encanta tu
voz, pero me imagino que ya en confianza hablás más despacio.
-No me
distraiga si es tan amable… tenemos que terminar. Ahora por favor, en una
escala del uno al diez, donde el uno…
-¡El uno es
poco y el diez es mucho! ¡Ya me lo aprendí!
-De veras,
trate por lo que más quiera de no interrumpirme. En la siguiente pregunta uno
significa muy malo y diez significa muy bueno.
-Ah, ok, la
cosa cambea.
-El Banco
Nacional, en cuanto a la atención en cajas, ¿del uno al diez?
-Ocho.
-¿Y el Banco
de Costa Rica?
-No sé, nunca
voy a ése.
-El Banco
Nacional, ¿respecto a la plataforma de servicios?
-Seis, muy
lento…
-¿Y el Banco
de Costa Rica?
-No sé, ya te
dije, nunca voy ahí.
-Banco
Nacional, ¿cajeros automáticos?
-Seis… cinco…
qué va, siempre están fuera de funcionamiento.
-¿Y el de
Costa Rica?
-Ah, ¿ves?,
¡esos me sacan de un apuro! ¿Pero no es cierto que a uno le clavan un recargo?
-No dispongo
de esa información, señor. Del uno al diez, ¿cajeros del Banco de Costa Rica?
-Ocho.
-Nacional,
¿transacciones en dólares?
-Ocho, o mejor
siete. Joden mucho, cobran cosas que no deberían cobrar.
-¿Por ejemplo?
-Si uno quiere
comprar los dólares directamente en la caja lo aprietan con una comisión, pero
si uno primero va al cajero automático y lleva el pisto entonces no… ¡es una
rareza!
-Sí, tiene
razón. ¿Y en el Costa Rica?
-¡Ay guapa,
haceme caso, apuntá que no sé nada de ese banco!
-¡No puedo, en
serio, a mí me están controlando, hay un jefe de piso que cuando menos lo
espero pasa y me observa!
-No seás así,
tan rígida…
-Mire, ya
hemos avanzado mucho y yo perdería todo mi tiempo si no logro completar esta
encuesta. ¿Me entiende? ¿Puede hacerme el favor de no atrasarme más?
-Sí, perdón,
ya no te molesto más.
-Nacional,
¿servicios de parqueo?
-Siete.
-¿Y en el
Costa Rica?
-No sé.
-Nacional,
¿orden en las filas?
-Siete.
-¿Y en el
Costa Rica?
-No sé.
-Nacional, ¿dificultad
para ingresar?
-Siete.
-¿Y en el
Costa Rica?
-¿Te están
vigilando ahora mismo, ya, decime, en este preciso instante?
-¡No me vuelva
a preguntar cosas que no sean de la encuesta!
-Decime, sí,
decime sólo eso…
-No, en este
momento no me están vigilando.
-¿Cómo te
llamás, guapa?
-¿Por qué me
dice guapa, por qué tiene que hacerlo? ¿Tiene una remota idea de lo que esto
significa para mí, del esfuerzo tan terrible que hago para soportarlo a usted?
-No lo tomés a
mal…
-¡Mire: yo
tengo hijos y debo ver por ellos sola, porque mi esposo está enfermo! ¡Y usted
no tiene por qué estarme haciendo pasar por esta situación! ¡Ahorita va a venir
el inspector a regañarme… todas las conversaciones quedan grabadas, luego hacen
un muestreo, y si se dan cuenta de que me puse a hablar de asuntos personales
me pueden echar del trabajo!
-Ya, ya, pero
ya… ¡no te sulfurés ni te alarmés tanto, date un respiro!
-Discúlpeme,
estoy muy estresada, por favor sigamos…
-¿Qué tiene tu
esposo?
-Eh… es
alcohólico, problemas de drogas. Ahorita mismo no sé dónde puede estar.
-¿Y tus hijos?
-Están en la
casa de mi mamá. ¡Ya, por favor, sigamos!
-Sí, guapa,
pero si me decís tu nombre.
-Ay… Selena.
¿Satisfecho?
-Selena, qué
lindo. Selena suena sensual. Mucho gusto, Sele.
-A ver, por
dónde íbamos… Nacional, ¿facilidad de acceso al portal de Internet?
-Ocho.
-¿Y el Costa
Rica?
-No sé.
-Nacional, ¿usabilidad
del portal de Internet?
-Ocho.
-¿Y el Costa
Rica?
-No sé.
-Nacional,
¿pago de servicios por Internet?
-Ocho.
-¿Y el Costa
Rica?
-No sé.
-Nacional,
¿transferencias vía SINPE hacia otros bancos?
-Ocho.
-¿Y el Costa
Rica?
-No sé.
-Nacional,
¿estados de cuenta al día?
-Ocho.
-¿Y el Costa
Rica?
-¿Verdad que
vos sí sabés mi nombre?
-No, no tengo
forma.
-Pero marcaste
mi número…
-No, no lo
marqué yo, eso lo hace el sistema automáticamente.
-¿Y qué te
muestra en la pantalla?
-Otro nombre,
de mujer.
-Ah sí, el
número de la casa está a nombre de la jefa.
-Sigamos… yo
sé que esto es agotador. ¡Yo no entiendo por qué hacen estas encuestas tan
largas!
-¿Cuánto
falta?
-La parte de
mercadeo…
-Cristián, a
tus órdenes, qué lindo conocerte, Selenita, aunque sea de esta forma tan
extraña.
-¡Por favor!
-¿Vos tenés
idea de cómo me siento?
-Yo sólo sé
que tengo que terminar esta encuesta y tres más para cubrir la cuota del día,
que me estoy muriendo de hambre, que le dije a mi mamá que iba a llegar
temprano…
-Y yo sólo sé
que me siento muy solo, tal vez te suene exagerado pero mi vida es una
verdadera mierda, vos no tenés idea de dónde está tu esposo y yo no sé qué
diablos salió a hacer mi mujer un sábado en la tarde, inventó que iba de
compras y eso fue hace varias horas, con sólo decirte que tuve que almorzar
sólo, tomarme todas las cervezas de la familia…
-¿Usa
regularmente el correo electrónico?
-Sí.
-De ahora en
adelante respóndame sí o no.
-Sí o no.
-¿De cero a
una vez diarias?
-No.
-¿De dos a
tres veces diarias?
-No.
-¿De cuatro a
diez veces diarias?
-No voy a
contestar más, marcá esa maldita encuesta como te dé la gana y deciles a tus
jefes que ya la terminaste.
-¡No puedo
hacerlo, si luego revisan mi grabación pierdo mi trabajo y hasta me pueden
demandar por falsear los datos!
-Dame tu
número de celular.
-¿Cómo dice?
-Que me des tu
número de celular.
-¡No, jamás!
-¿Por qué?
-¡Porque no!
¡Esto queda grabado… y no!
-¿Tenés un
papel donde anotar?
-¿Qué cosa?
-Mi celular,
es el ocho ocho…
-¡Ay, que no
insista!
-¡Sólo
apuntalo!
-¡Que no!
¿Para qué?
-Me llamás un
día de estos, nos podemos ver y quizá simplemente te regale una rosa. Ay qué
suerte, qué suerte…
-¿Recibe
propaganda por correo electrónico?
-No, la tengo
bloqueada
-¿Ve
propaganda por televisión?
-Veo poca
tele, pero no me queda más tren que ver los anuncios.
-En una escala
del uno al diez, donde el uno es malo y el diez es bueno, ¿qué le parece la
propaganda del Banco Nacional?
-Ocho.
-¿Y del Costa
Rica?
-Ocho.
-¿Ve
propaganda por el periódico La Nación?
-Ya, anotá
ocho y ocho.
-OK, ¿recibe
alguna otra propaganda por Internet?
-Ocho y ocho,
¿ya tenés cómo anotar mi número de celular?
-Ya no me
insista más, Cristián, usted me cae bien, de hecho me hacen mucha gracia sus
bromas, pero no insista…
-¿Y por qué?
-Usted es un
hombre casado, yo también…
-¿Vos también
sos un hombre casado?
-Lo único que
pasa es que está aburrido y mi llamada le cayó muy bien para entretenerse en
algo, mientras vuelve su mujer.
-¡Si es que
vuelve!
-Ya no puedo
conversar más –la voz de ella se vuelve un susurro apenas audible.
-¿Por qué?
-Esto queda
grabado…
-Llamame, y
nos vemos, sería genial. Vos estás guapísima.
-¡No me
conoce!
-Por el tono
de tu voz yo sé que tenés unas piernas muy lindas.
-¡No moleste!
¿Cómo puede relacionar una cosa con la otra?
-Y hoy andás
de pantalón negro, tal vez es un leggins, pero de eso no puedo estar seguro.
-¡Qué hombre!
-Y a lo mejor
ya no tenés la cinturita de antes, cuando no habían nacido tus hijos, ¿verdad
que son una parejita?, pero seguís siendo una mujer preciosa. A mí me gustan
más así como estás vos ahora.
-¡Sólo faltan
unas cuantas preguntas! ¡Terminemos!
-Pero si me
prometés que después me vas a dejar que te dé mi número y que después me vas a
llamar.
-Cristián,
usted es casado…
-¡Sólo un
poquito! ¿Verdad que tenés muy sensible el cuello, aquí, sobre todo, debajo de
las orejas?
-¡Son sólo
cinco o seis preguntas más! A ver, dígame, en una escala del uno al diez, donde
el uno quiere decir…
-Sele…
-¿Aló? –una
voz de hombre irrumpe en la conversación.
-¿Aló, sí?
-Disculpe
señor, habla con un supervisor de sondeos de opinión.
-¿Con quién
tengo el gusto?
-Soy
supervisor, como le digo –melifluo, impostado, una mona que no quiere quedarse
mona.
-¿Y Selenita?
-La aplicación
de la encuesta por parte de ella excedió el tiempo previsto y el sistema me
transfirió el caso a mí.
-¿Cómo dice?
¡En serio!
-Sí, eso
sucede automáticamente.
-¡Qué sofís!
-Señor,
aparentemente ustedes se entretuvieron en asuntos personales.
-No, sólo
tangencialmente…
-Yo voy a
terminar el sondeo, ya nos falta muy poquito. Por favor, respóndame sí o no.
-Sí o no.
-No, señor,
respóndame sí o no a las siguientes preguntas.
-Okis.
-¿Tiene conocimiento
fácil de las tasas crediticias prendarias del Banco Nacional?
-No.
-¿Y del Banco
de Costa Rica?
-No.
-¿Tiene conocimiento
fácil de las tasas para depósitos a plazo del Banco Nacional?
-¿Y qué le van
a hacer a Selenita?
-La encuestadora
será evaluada, es práctica habitual en la empresa.
-No la caguen,
digo, no la castiguen muy feo, la culpa del atraso es sólo mía.
-Sí, pero es
responsabilidad de ella manejar la entrevista para que eso no suceda.
-¿Usted la
conoce?
-¿A la encuestadora?
-Sí, claro, a
ella.
-Pues sí, es
una empleada de ingreso reciente.
-¿Y cómo está,
muy guapa?
-Señor,
finalicemos el sondeo, y no me haga por favor más preguntas de ese tipo.
-Pero sólo si
me prometés que no le van a hacer nada a ella.
-Yo no le
puedo prometer eso, no depende de mí.
-¿Pero vos no
sos el supervisor?
-Sí, pero ese
tipo de decisiones no las tomo yo.
-¿Quién las
toma? Mirá, yo ya mismo me voy para allá a declarar. Es en serio; que me
pregunten lo que quieran para que se demuestre que no fue culpa de Selenita.
-No haría
falta eso, señor.
-Cristián,
Cristián Aguado a tus órdenes.
-¿Aguado?
-¡No, te estoy
vacilando! Aguilar. Pero sí soy medio aguado… ¡pobre Sele!
-No se
preocupe más por ella, en la empresa no somos injustos.
-¿Y vos cómo
te llamás?
-No interesa
ahora, señor.
-Decime,
hombre, ya yo te dije el mío.
-Lo que único
que tenemos que hacer es terminar de encuestarlo a usted.
-¡Pero no
importa!
-¿Qué cosa?
-¡Que me des
tu nombre! ¡Ni que fueras el Papa! No, el Papa sí le dice el nombre a todo el
mundo. Chico. Don Chico primero.
-Drúmer.
-¿Drúmer?
-Drúmer Castillón,
señor.
-¿Con hache?
-¿Perdón?
-¿Cómo lo
escribís?
-¡Señor, por
favor, sigamos!
-Ya, sí, sí,
está bien; nada más decime cómo lo escribís.
-Así como
suena. De, ere, u, eme, e, ere.
-¿Tildado?
-Una maestra
de la escuela me dijo que lo tildara, pero la otra me dijo que no.
-¿Cómo fue ese
enredo?
-Mi papá
trabajaba cuidando una finca, allá en Guácimo, pero se fue para Viento Fresco
de Medio Queso.
-¿Cómo decís?
-No, nada, don
Cristián, si lo que usted tiene es ganas de hablar tonteras…
-¿En serio te llamás Drúmer?
-Sí, es en
serio.
-Entonces te
fuiste de un pueblo para otro y la nueva maestra cambió de opinión respecto a
la tilde, ¿es así?
-Sí,
justamente.
-Vos no
parecés tan estresado como Selenita.
-Sólo estoy
esperando que a usted me dé la oportunidad de…
-Ah, pues te
vas a quedar esperando, muchacho, porque vieras qué ganas de hablar paja que me
han dado…
-Si el
formulario no se completa eso será una marca negativa para la encuestadora, don
Cristián.
-¿A todo el
mundo lo tratás con don?
-Ay… ¡no me
haga reír, terminemos!
-Dale,
terminemos, Drúmer Castillo.
-Castillón.
-Castillón,
sí. Vos tenés nombre de futbolista.
-En una escala
del uno al diez, donde uno es malo…
-Y diez es
excelente… ¡ya me lo sé de memoria!
-Sí, así
exactamente, ¿cómo calificaría el trato del personal en el Banco Nacional?
-Nueve
-¿Y en el
Costa Rica?
-No sé.
-¿La
vestimenta del personal en el Banco Nacional?
-Eso depende
de la percha, hay cada muñeca que uno ve… ¡y cada trasto!
-De uno a
diez…
-Nueve, ocho y
tres cuartos, digamos.
-¿Y en el
Costa Rica?
-No sé.
-¿El diseño y
cuido de las oficinas, en el Banco Nacional?
-Ocho.
-¿Y en el
Costa Rica?
-No sé.
-Ya vamos
terminando… don Cristián.
-¿Ahora sigue
que me preguntés por la marca de papel higiénico?
-No, don
Cristián.
-¿Verdad que
hay un futbolista que se llama parecido a vos, Drúmer, algo así?
-No sé, don
Cristián.
-¡Ah, no! ¡Es
Drumond! ¡Jervis Drumond! ¿O ese ya no juega?
-No sé, don
Cristián.
-¿Vos no vas
al estadio?
-Muy poco.
Ahora, respecto a facilidades para acceso de minusválidos, ¿en el Banco
Nacional, qué opinión tiene?
-Yo antes iba
más, siempre fui manudo. ¿No te parece que la barra de La Doce es un asco?
¡Deberían meterles diez años de cárcel a todos!
-Sí, tiene
razón. ¿En una escala del uno al diez, donde el uno…?
-¿Facilidades
para minusválidos?
-Sí, sí, don
Cristián.
-Ocho.
-¿Y en el
Costa Rica?
-No sé.
-En relación a
la contaminación sónica que producen los sistemas de llamado a clientes, ¿en el
Banco Nacional?
-¿Cómo, cómo?
-Son esos
sistemas automáticos, que van llamando por número y letra.
-Ah, siete.
-¿Y en el
Costa Rica?
-No sé.
-Y respecto al
sistema propiamente dicho de entrega de tiquetes, ¿en el Banco Nacional?
-¿Esta mierda
es infinita, o sólo es idea mía?
-Ya faltan
sólo tres preguntas, don Cristián, luego algunos datos personales y ya
estaríamos.
-Pues ya no te
voy a contestar una sola babosada más.
-¡Por favor,
don Cristián!
-¡Ningún
favor! ¡Me tenés exasperado! ¡He perdido toda la tarde en esta majadería! ¡Yo
estaba haciendo mi siesta! ¿Es que ya no tengo el derecho a hace una hijueputa
siesta en paz, un sábado por la tarde, después de tener que tomarme todas las
birras de la choza porque aquí no quedó nadie?
-Don Cristián…
-¡Todo el
mundo se abrió, remó, picó la mula, me dejaron olvidado como si yo fuera un
maletín! ¿Has visto, baterista, esos maletines que dejan abandonados en los
aeropuertos, en las estaciones de trenes o incluso en los basureros? ¡Son
maletines que a veces tienen dinero, pero que otras veces tienen armas o
explosivos!
-Ya, don Cristián,
tranquilícese.
-¡Ni un
maldito café me dieron chance de que fuera a hacerme!
-Ahorita va a poder
ir a hacérselo.
-¡Yo le pedí
permiso a Selenita para ir a poner la cafetera, fue lo primero que le pedí!
-Sí, yo lo
entiendo.
-¿Y ella no
está por ahí?
-Está en su
puesto de trabajo, don Cristián.
-Si yo te doy
mi número de celular y vos lo anotás en un papelito, ¿serías tan amable de pasárselo?
-No puedo
hacer eso…
-O entonces
andá un momento y le preguntás el suyo.
-Tampoco
puedo, don Cristián.
-¿Y no lo
tenés anotado en tu celular? ¡Fijate a ver!
-No, don
Cristián.
-Sí, vos sos
como pellizcar un vidrio.
-¿Perdón?
-No agarra uno
nada…
-¡Sólo faltan
tres preguntitas, don Cristián!
-¡Ni mierda!
¿Me entendés? ¡Ni mierda! ¡Si no querés que se malogre el registro, llená vos lo
que falte de esa carambada!
-Bueno, don
Cristián, pero necesito algunos datos personales suyos.
-¿Como qué?
-La ubicación
por provincia, cantón y distrito, don Cristián… otras cosas, son pocas…
-Sólo si me
prometés que me vas a conseguir el número de Selenita.
-Está bien,
don Cristián, le prometo hacer lo posible.
-Una
divorciadita, jovencilla, ¡sea tan güevón!
-Bueno, don
Cristián, ¿provincia?
-Chepe.
-¿Cantón?
-Cantón,
cantón… Alajuelita, tú eres mi cantón.
-¿Alajuelita?
-Digamos…
-¿Alajuelita?
-No, Escazú.
-¿Escazú,
entonces?
-Bueno, es que
esto por aquí es un montón de potreros… algunos son de Alajuelita y otros de
Escazú…
-¿Y el
distrito?
-No sé… y no
es ganas de joderte, pero no me acuerdo.
-¿No tiene
idea?
-Buscate uno
que te sirva.
-Y ya para
terminar, don Cristián, ¿desea usted recibir notificaciones de SONDECA?
-¿Qué dijiste?
-Que si me da
su correo electrónico le estaremos enviando notificaciones de nuestras
actividades…
-Carepicha
arroba andatealcarajo puntocom.
-Yo de veras
lo siento, don Cristián, que usted se nos haiga molestado.
-¿Siente mucho
que no haiga diferiencia?
-No le
entiendo.
-No importa.
-Nuestros
sondeos están orientados, don Cristián, a que ustedes los usuarios luego
disfruten de un mejor servicio…
-Ya, ya, ya…
-Disculpe,
señor –una nueva voz de mujer.
-¿Selenita? ¡Selenita!
-No, señor, no
soy Selena.
-¡Ah…! ¡La
confundí! ¿Con quién tengo el placer y el honor?
-Soy la
gerente general.
-¡Caramba!
-Lo que pasa,
señor, es que la duración de esta llamada ha sobrepasado demasiado los
parámetros previstos…
-¿Demasiado?
-Sí,
demasiado, casi el triple.
-Es
que esos chiquitos suyos son muy conversones, madame.
-¿Ha recibido
usted maltrato por parte de ellos?
-No, no, para
nada… Selenita es un encanto, el baterista en cambio me pareció un poco
cuilmas. ¡Pero no, cómo se le ocurre!
-¿El
baterista?
-Bateador.
-¿Bateador?
-No… el
baterista. El drúmer.
-¡Ah, sí…
Drúmer! ¡Ese muchacho tiene un nombre muy particular!
-¿Y vos cómo
te llamás?
-Karen, mucho
gusto.
-¿Y sos la
supervisora del baterista?
-Yo tengo a
cargo todo el proceso de aplicación de sondeos en línea.
-¿Y él?
-¿Quién?
-El baterista,
mi amor.
-Él supervisa
la línea de producción de un instrumento.
-¿La batería?
-A usted le
gusta mucho bromear…
-Es que hoy me
tomé todas las birras de la familia.
-Él aplica un
instrumento, nada más, controla la línea de producción.
-¿Ve? ¡Usted
es la que me confunde con eso de los instrumentos!
-Instrumento
se le dice al formulario con el que se lleva a cabo un sondeo específico, como
este de opinión sobre servicios bancarios.
-Ya caigo, de
espaldas en mi camita.
-Bueno, señor,
yo sólo quería decirle que si esto ha representado una molestia para su
persona, que por favor no crea que nuestra intención era disturbarle su
descanso de fin de semana…
-Disturbar,
qué lindo verbo, hace rato no lo oía.
-Muy amable,
señor.
-Cristián.
-Sí, Cristián.
-¿Y usted,
Karen, tiene que controlarlo todo, absolutamente todo?
-Sí, tengo al
cargo la administración operativa del call center.
-¿Es la mera
manager?
-Sí, la mera
manager…
-La mera mera…
me encanta su voz, Karen.
-Mire, don
Cristián, no crea que conmigo va a lograr lo mismo…
-¿Cómo, lo
mismo?
-Sí, embrollar
la conversación, divertirse a costas mías. Yo sólo estoy cumpliendo con mi
obligación de presentarle las excusas del caso, ante una eventual indisposición
que hubiese podido ocasionarle nuestra llamada.
-No, no, mi
vida, para nada… ¡ha sido un placer conocerlos! Y a vos, en especial, yo sé que
no estás ahora de humor, pero nada más dejame decirte que…
-No hace falta
esto, Cristián.
-… hace muchos
años no oía una voz tan linda, me encanta que tengás ese don de mando, y ya me
imagino…
-No se imagine
nada…
-… qué porte
debés tener, Karencita.
-Pues si es
tanta la curiosidad, puede verme en Facebook.
-¡En serio!
-Karen Alvarenga
Estrada
-¿Arburola?
-No,
Alvarenga.
-Sí, más
bonito Alvarenga.
-Ya, por favor
colguemos, Cristián.
-Sí, qué pena,
la cuenta les va a venir altísima…
-Hasta luego,
ha sido un gusto.
-El gusto ha
sido mío, Karencita, de inmediato me voy a poner en contacto con vos, tal vez
podríamos salir algún día a tomarnos algo…
-No creo, pero
estamos a sus órdenes.
-¿Verdad que
vos tenés el pelo largo, teñido de castaño claro?
-Hasta luego,
Cristián, ¡no se las dé de adivino!
-Decime que no
atiné, preciosa…
-Pues sí…
¡pero es una casualidad!
-¿Ojos verdes?
-¡Sí! ¿Cómo lo
supo?
-¿Te hacen
juego con la ropa que andás hoy, muñeca?
-¿Cristián,
estás arriba? –otra voz de mujer, que se oye muy cercana.
-¿Aló?
-¿Estás en el
cuarto, Cristián?
-¿Gorda?
-Estoy aquí
abajo... en la sala.
-¡Gorda! ¿Cuándo
llegaste?
-¡Ay ya, no me
digás gorda! ¡Lo detesto!
-Es por
cariño…
-Hace rato
vine y ni te diste cuenta.
-¿De verdad?
-Ni escuchaste
el portón de la cochera, de tan entretenido que estás. ¿Con quién hablabas?
-No… con
nadie.
-¿Karencita?
-¿Levantaste
el teléfono y te pusiste a oír, Gorda?
-Sí, Cristián…
-¿Y por qué?
¿Cómo te atrevés?
-¡Te llamé mil
veces, toda la tarde salió ocupado! ¡Dejaste el celular apagado y bloqueaste el
teléfono fijo!
-No…
-A mí se me
recalentó el carro porque se salió el agua del radiador, no había manera de
conseguir una grúa… ¡Necesitaba tu ayuda y al llegar a la casa te encuentro
hablando como una cotorra, coqueteándole a una estúpida! ¿Quién es, Cristián?
¿Quién es? ¡Ya voy para arriba, Cristián, me tenés que dar una explicación!