Allá por 1985 heredé del Dr. Claudio
Gutiérrez la cátedra de Informática y Sociedad. A la valiosísima antología que
él había preparado expresamente para el curso (novedosa idea, enteramente suya)
fui con el tiempo agregando otros textos, y al cabo mis estudiantes ya pasaban
entretenidos con una amplia bibliografía.
Uno de los libros se llamaba "La máquina
súper inteligente", publicado en 1983 por el inglés Adrian Berry. Aún
puede conseguirse, usado y por... ¡1 centavo de dólar!, en Amazon. Vean que no
miento:
http://www.amazon.com/The-Super-Intelligent-Machine-Electronic-Odyssey/dp/0224019678
(Entre paréntesis: Berry, 1937, es un noble
inglés, vizconde de alguna parte, "fellow" de un montón de sociedades
ilustrísimas, y autor famoso)
Pues bien, en ese libro Berry afirmaba
que "el problema de lograr que una máquina pueda jugar ajedrez al nivel de
un ser humano es equivalente a resolver el problema de que una máquina sea
inteligente como un ser humano".
La delicada premisa de Berry: jugar ajedrez
bien requiere toda la inteligencia humana.
El libro lo presté (craso error, que creo
haber mencionado en alguna otra parte), y por supuesto no recuerdo a quién.
Ahora tendría que gastar un centavo, y pagarle un montón a Aerocasillas, si
quiero tenerlo de nuevo en papel.
Señalo ese antecedente porque es
perfectamente posible que la memoria me traicione, y que Berry haya afirmado
otra cosa muy distinta. Si alguien que lee esto también leyó a Berry, por favor
corríjame en caso de extrema necesidad.
Sea como haya sido, el punto es que ya más de
una vez los pensadores han pifiado al anticipar cómo y dónde y por qué podría
llegar una máquina a ser inteligente en la forma en que nosotros lo somos.
Hace poco uno de los grandes ajedrecistas del
mundo, Alexander "Sasha" Grishuk, se enfrentó a un monstruo mecánico,
"Kuka", robot industrial hecho en Alemania.
Al principio, cuando el bicho extendía su
enorme brazo para coger una pieza, el pobre ser humano no podía reprimir
expresiones como ésta:
O bien como esta:
Luego se adaptó a la intimidación que proyectaba el aparato, pero aún así no pudo ganarle ninguna partida. Fueron seis encuentros, con tres tablas y tres victorias para el robot. Una partida completa, con narración en un ruso perfecto y cristalino, puede verse en
Luego se adaptó a la intimidación que proyectaba el aparato, pero aún así no pudo ganarle ninguna partida. Fueron seis encuentros, con tres tablas y tres victorias para el robot. Una partida completa, con narración en un ruso perfecto y cristalino, puede verse en
Con todo y lo llamativo que pueda
parecer este suceso, las cuestiones siguen claras: "Kuka" no es
inteligente. Es rápido, preciso, asesino de reyes enemigos. "Por
detrás" tiene enlace con una computadora poderosa donde hay una inmensa
base de variantes de apertura y temas estratégicos de ajedrez, así como un
motor de análisis que puede "ver" billones de posiciones por segundo.
Lo maravilloso, realmente maravilloso, es que
Grishuk (jugador profesional de póker, aparte del ajedrez, y bohemio, y
mujeriego...), con un lento procesador biológico que puede ver unas cuantas
posiciones por minuto, logre dar batalla. Maravilloso, e inexplicable, aún
inexplicable para la ciencia.
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