Había dos enormes jacarandas en el patio de mi niñez. Había un árbol de peragua, tres de mango, diez de níspero, como cuatro de guayaba o de cas. Con los brazos abiertos yo abarcaba apenas un cuadrante del tronco del primer jacaranda. En la niñez todo es enorme, en la madurez más aún. En la niñez porque uno es pequeño, en la madurez porque ni modo, todo es enorme.

viernes, 25 de mayo de 2012

¡La deuda llegó a un 82%!


Vi hoy en el canal Telesur un interesante análisis de la crisis económica que azota a Europa. En determinado momento, un gráfico mostraba que durante el último año la deuda conjunta de los veintisiete países de la UE se había incrementado en un 82%. La presentadora – tiesa, inexpresiva, de pie-, leyó: “la deuda llegó a un ochenta y dos por ciento”.
No se sabía si era la deuda externa o la interna o la suma de ambas o qué cosa en concreto. Pero ese no fue el detalle que me movió a anotar la anécdota aquí. El detonador ha sido que esa presentadora no distinguió entre un porcentaje y una cantidad. ¿Qué significado tendrá, en su cabeza, que una deuda “llegue al 82%”?
Imagino que algo como esto: “la deuda se hizo grandísima, ya va por 82 por ciento, ¡casi cien!”.
O, a lo mejor, fue una distracción momentánea, producto del nerviosismo, y ella sí puede distinguir entre una proporción y una cantidad. Sí sabe lo que es el 20% de un montón de naranjas, y sí sabe que el 20% de 500 naranjas es 100 naranjas.
Yo le concedo el beneficio de la duda, por supuesto. Lo que me alarma es la abundancia con que me topo errores al estilo de ese que reseño. Es impresionante la torpeza - ignorancia - con la que se suelen manipular distancias, superficies y volúmenes, distinguir porcentajes de magnitudes, apreciar tendencias centrales y dispersiones, manipular estructuras lógicas esenciales – el silogismo – o bien distinguir proposición de juicio.
El entusiasmo que me produce una reforma profunda en el proceso de enseñanza de la matemática está, en este sentido, más que justificado. En una reciente conversación que tuve con el Dr. Ángel Ruiz, de la UCR, y uno de los principales promotores de la reforma, mencionamos esa dolorosa limitación del prójimo contemporáneo, para la introyección del concepto, para consolidar la abstracción que sea menester.
Sé que el gran desarrollo de la matemática se dio a partir del momento (hacia el siglo 19) en que, como disciplina, decide independizarse de la física, la química o la astronomía, para crecer con libertad en ámbitos formales (axiomáticos), donde la verdad de lo descubierto dependiera únicamente de la solidez deductiva, y no de la “aplicación” de tal o cual concepto, vale decir de su ligamen con la “realidad”, fuera ésta física, química, biológica, etc.
Pero sé, también, que dicho carácter estrictamente formal, sublime en su abstracción, provoca un abismo cada día más difícil de superar. La persona contemporánea, sometida a las leyes de supervivencia del capitalismo neoliberal, es una Magdalena que no está para tafetanes.
Por eso no queda más que devolverse por el trillo. Por un lado, hacer a un lado la matemática pletórica de fórmulas esotéricas y memorizaciones absurdas, y por el otro conceder que será siempre para una minoría la inquietud por el último teorema de Fermat o por la conjetura de Golbach,  las diagonales y los aleph de Cantor, las infinitésimas de Riemann, la disensión de Lobachevsky frente a Euclides.  
Y devolverle a la gente el gusto y el sentido práctico por la esencia diaria de la matemática. Así sea para que comprendan qué impacto puede tener en sus vidas el tremebundo hecho de que la deuda de la Comunidad Europea creció en un 82% sólo durante un año.

1 comentario:

  1. Con tu permiso me lo llevo también al Facebook!
    Pero me asalta una vil duda...Será un problema curricular o más bien de docentes incapaces? Aún recuerdo con mi profundo afecto a don Constantino, enamorado de las Matemáticas y que nos trasmitió su pasión... creo que el pensamiento lógico que me acompaña, aunque no sea mucho, se lo debo a él...

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